
El hombre del espacio apuntó sus lanzacafeínas y disparó a mansalva sobre colchones gigantes, edredones fortificados, pijamas reforzados, camisones coloridos. La sustancia estimuló brutalmente continentes, mares e islas. La cafeína despertó de su letargo ancestral a miles de seres que soñaban sin vivir, que vivían durmiendo.
Tras la barbarie el hombre del espacio respiró feliz durante sólo unos instantes ya que el planeta adormilado celebró su nueva vida con estruendo, despertando a toda la galaxia, superando los niveles de ruido autorizados por la policía intergaláctica. El Hombre del espacio tuvo que refugiarse en los confines del universo para echarse una siesta alejado de seres tan escandalosos.
1 comentario:
Gusta nena, mundos dormidos....vivos durmientes...muertos vivientes..
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